jueves, 9 de febrero de 2012

LOS GATOS

Ah, qué hermosas criaturas son los gatos... A todos nos enternecen y nos dan ganas de estrujarlos entre los brazos. Nos miran con esos ojos inocentes y nos seducen frotándose contra nuestras piernas con su pequeña cabeza de orejas cortas y puntiagudas. Sin embargo... con los gatos pasa una cosa. Duermen todo el día. Duermen panza abajo ronroneando entre sueño y sueño y se despiertan únicamente para rascarse un poco, estirarse, dar un par de vueltas sobre su propio eje, lamerse y volver a dormir.

Pero también pasa otra cosa con los gatos, y es que les gusta madrugar. Si ha tenido la oportunidad de compartir la casa con un gato, habrá notado ciertas particularidades de su comportamiento y fisionomía que podrían llegar a causar problemas en la convivencia.

Así se encontrará usted que (y eso sí es una virtud del gato) siempre puntual, a las 5:30 am y no a las 5:31 ni a las 5:29, sino que a las 5:30 en punto el gato comenzará a pedir alimento. Lo hará primero con un maullido sutil que paulatinamente irá transformando en alaridos de bestia poseída por el mismo Lucifer, logrando que el terrible odio que le tiene al sonido de su despertador se convierta en nostalgia y añoranza.

Es común que al inicio trate de ignorar los maullidos infernales de ese pequeño y peludo amigo; pero al comprobar, no sin cierto matiz de horror, que una de las tantas cualidades del gato (además de la puntualidad) es la persistencia... es probable que termine tambaleándose por el cuarto, un poco malhumorado, para abrirle la puerta a su querida mascota.

Una vez la haya alimentado y acariciado su actitud cambiará radicalmente (la del gato, no la suya, que seguramente todavía siga de malhumor), pasando de un talante de Gremlin furioso a un adorable y cariñoso peluche de carne y hueso. Llegado este punto, el gato, con una actitud muy segura de sí, se dirigirá sin dudarlo ni una vez, hacia el lado de la cama donde usted se encontraba durmiendo minutos antes. Y esto tiene una explicación muy simple, a los gatos les gusta el calorcito. Así pues, terminará usted optando por acostarse del lado frío de la cama con tal de evitar que se despierte el felino y lo continúe atormentando con sus insistentes llamados al Pisuicas.

Y estando así, tratando de calentar la cama y conciliar el sueño, puede que alcance a observar dos escenas igual de perturbadoras. La primera de ellas, es que podrá ver como duerme plácidamente el gato, pues como mencioné anteriormente, este es un animal que gusta del buen dormir; esta escena aunque parezca hermosa podría resultar un poco molesta. La segunda y más terrible de todas; en su reloj verá que faltan 10 minutos para las 6:30 am, hora en la que suena el despertador habitualmente. En este caso, mi consejo es que de una vez apague el despertador y resignadamente proceda a levantarse, para así no tener que oír otro molesto sonido martilleándole los sesos.

Pero, siguiendo con las virtudes del gato, este es un animal no sólo puntual y persistente, sino también audaz y atrevido. Desafiando sus órdenes en todo momento y demostrando sus dotes innatos de líder, hará oídos sordos a todos sus ruegos y súplicas, imponiendo su voluntad en todo momento. Así, cuando al gato se le sugiere amablemente abandonar un aposento, éste hará de cuentas que la cosa no es con él. O en el peor de los casos, utilizará otra de sus habilidades, la agilidad, flexibilidad y rapidez de sus movimientos.

Es realmente todo un espectáculo el que nos regala esta adorable criatura, cuando corre de un lado a otro de la habitación escabulléndose entre los muebles y rincones o trepando por las cortinas, mientras a la vez su impaciente dueño sigue el recorrido del felino en su afán por atraparlo. Y ahora que lo pienso, tener un gato podría ser una buena solución al sobrepeso...

En fin, continuando con lo que nos atañe, el gato. Cuando se haya cansado de perseguirlo inútilmente, es aconsejable que opte por hacer una pequeña bola de papel con lo que tenga más a mano. Los gatos adoran el papel, y siempre es un juego predilecto el perseguir las bolitas sonoras y crujientes por la casa. Una vez tenga la bola lista deberá lanzarla afuera de la habitación para que el gato la persiga. Pero eso sí, tome nota, no deberá abusar de este recurso, pues la incomparable inteligencia del gato lo hará reflexionar sobre el hecho de que usted en realidad no desea jugar con él, si no echarlo fuera de su cuarto (del cuarto del gato, claro está, pues a estas alturas si usted no ha entendido que la casa es del gato, y que éste en su abundante generosidad la comparte con usted, está en problemas) y la próxima vez no caerá con este truco.

Por lo tanto, lo mejor será dejar que el gato se quede en la habitación, trepe cortinas, duerma del lado caliente de la cama, pida alimento a horas casi obscenas de la madrugada, entre otras cosas. Porque hay que recordar que el gato no sólo es un animal puntual, persistente, ágil e inteligente, sino que es también un animal salvaje. Y por lo tanto usted, que ha sido engañado toda su vida creyendo que los gatos eran mascotas de compañía para ancianas y solteronas, ahora sabe que los felinos, por pequeños que sean, no se domestican, sino que son ellos los que terminan domesticándole a usted.